Un Producto Cosmético es toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos, mantenerlos en buen estado o corregir los olores corporales. El mundo de la cosmética a menudo se asocia al lujo y donde la ciencia no tiene cabida. Sin embargo, no se justifica desde aspectos tales como el desarrollo de los cosméticos con grupos de investigación involucrados en la formulación de productos cosméticos innovadores, en la búsqueda de nuevas formas a nano escala y en la evaluación objetiva de la eficacia de los cosméticos.
Además, y lo más importante, no se permite poner en el mercado productos cosméticos a menos que su inocuidad para el consumidor haya sido científicamente probada. Es un verdadero desafío para la Industria, la Universidad y los Organismos Reguladores cumplir y velar porque se cumplan las estrictas normas de seguridad que se exigen para estos productos.
Las normas de seguridad para los productos cosméticos no estaban lo suficientemente armonizadas, con una regulación que resultaba dispersa, compleja y con más de 30 años, con 7 modificaciones y con más de 50 adaptaciones al progreso técnico de 27 países con diferencias propias en la mayoría de ellos. A consecuencia de ello, la Unión Europea ha puesto en marcha una regulación estricta para garantizar la seguridad de los cosméticos como es el REGLAMENTO Nº 1223/2009 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 30 de noviembre de 2009 sobre los productos cosméticos. Este Reglamento entro en vigor el 11 de Julio de 2013 y establece que la evaluación de la seguridad debe ser realizada por un profesional apropiadamente cualificado.